Mi Nino D' Abruzzo, mi consentido, mi obra, salido completamente de la ficción.
Sí, mi hombre perfecto que no existe pero yo creé, ese proyecto que nunca terminé por un desafortunado encuentro de mi laptop con agua... Mucha agua... Nadando bajo cinco centímetros de agua más o menos. Cosas que suceden cuando vives sola y en Venezuela, con problemas de agua, siendo las inundaciones para nada extrañas ¡GRACIAS PATRIA!.
Sin embargo Nino sigue ahí, perfecto en mi mente esperando ese empujoncito que lo ayude a renacer... Y que llegó hoy con otro encuentro inesperado: Mi amor literario.
Mi personaje de libro perfecto, del que me enamoré en el primer libro de la saga. "Evernight" da a conocer a Balthazar, un personaje secundario que merecía mucho más que eso, y que Claudia Gray notó en la quinta entrega. CLAUDIA CHAMA ERES LO MÁS DE LO MÁS!
Toparme con ese libro solito de Balthazar fue como encontrar el túnel de la Cabrera sin cola estando en reparaciones un viernes a las 6 de la tarde, BINGO!
Y ahí comenzó el debate interno: Mi mente poniendo a luchar a mi Nino, el aspirante a abogado amargado, que prefiere un Jeep a lo Lorelai Gilmore que un Mustang a lo rápido y furioso. Esos ojos chocolate y esa sonrisa que no se ve muy a menudo con ese futuro gris deseoso de cambiar. Este Adonís en contra de Balthazar More, dibujado en mi mente muy lejos de la descripción de la Señora Gray. Un caballero con rulos a lo David Bisbal, una nariz grande formando un angulo perfecto, unas cejas rectas y una mirada inigualable, completado por su vestimenta completamente negra y formal, su inteligencia, ingenio y perfección.
ARRECHA MI CABEZA, y después preguntan la razón de mi soledad. Expectativas como estas de la mano de mi imperfección remarcada forman un completo desastre.
La asamblea de mi mente por fin está de acuerdo: Nací con serios problemas psicólogicos, porque no puede ser que enamorarme de un inexistente sea millones de veces más fácil que hablar seriamente con un real.
La comitiva mental que precede todos mis pensamientos comenzó su debate, terminando con sierras imaginarias y persecuciones por doquier, toda una asamblea nacional venezolana. La conclusión a la que llegamos (No se preocupen por mi salud mental, reconozco la diferencia de la realidad y la fantasía, lo preocupante es que no sé cual me gusta más... Y por eso somos tantas), es que una licuadora, trocitos de Balthy y Nino, y electricidad llegarían a la perfección. Esa perfección inalcanzable que toda mujer desea (De diferentes maneras, por supuesto) y que amo a rabiar.
No me digan loca, porque muy en el fondo saben que han pensado en ideales como yo, y que lo tienen clariiiito para comparar internamente con el real que les saca sonrisas de mongólica. La cosa es que yo me quedé en el mundo de Alicia mucho rato, nada de qué preocuparse.
Dejaré los delirios por el día de hoy, y pondré en mis listas "TO DO" despertar a Nino y Visitar a Balthazar, piensen en esto: El ideal es chévere... Hasta que intentas hacer que un real se le parezca.
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