Entre exámenes, trabajos y clases que se extendieron hasta más no poder (Gracias elecciones, paros, atentados, profesores con complejo de Jack Sparrow), transcurrió el año universitario, y ahora que llega a su fin nos damos cuenta que un capítulo importantísimo de nuestras vidas terminó, una etapa entera se esfumó y muy posiblemente no fue aprovechada como es debido.
Aquí es donde empieza la preparación para otra separación más, parecida a la graduación de bachillerato pero con menos marcadores y drama. Los afortunados que consiguieron un grupo sólido otra vez se verán en las mismas "Ay coño, y ahora? Cálmate, respira... NO ENTRES EN PÁNICO MARICA, RELAJADA... Que lo de "nuevos" dura dos meses nada más". ¡Qué verga con la vida y sus necedades! Cuando al fin termina la adaptación va, te tira allá lejos en el contenedor y tienes que salir solo, lleno de basura y con ni siquiera la mínima puta idea de qué o quiénes te esperan.
La oscura parte de la evolución, donde dejas atrás esos que te hacen agarrar arrecheras a las 6 de la mañana porque sólo se montan en el bus de la universidad (EL BUS ROJO NO, AHÍ ROBAN), los que tienen ataques de llanto cada vez que hay un examen, los que te preparan comida (Esos son los mejores), los que han ido a tu casa y han revelado su naturaleza perezosa a tu familia "No marica, no te preocupes... Sigue durmiendo que son las 2 apenas", los que se meten contigo por lo que sea, L O Q U E S E A "Arrecha la pelea que tuviste hoy con el peine verdad?". Esos que te ven en tus mejores y peores momentos y no salen corriendo despavoridos. Los resistentes son los que se merecen el premio, porque calarse este merengue no está fácil, y menos cuando te toca lejos de tu casa.
Esa especie de familia que muy rara vez se da, se va desarrollando silenciosa y al notarlo ya es inseparable, a pesar de cualquier drama novelero que pase por allí.
Apreciar y agradecer es lo que queda a partir de acá, esperando como siempre mantenerlos cerca.
El futuro ideal se desarrolla entre viejitos con sus familias reunidos, contándoles de la vez que aquél me ahogó el teléfono en la piscina, de la que tenía complejo de Doug (Qué pasó ayer? Parte I) y se perdía cada vez que tocaba una cerveza, la que saltaba cada vez que se le daba play a la música y el resto de las pendejadas que no se valora al momento, sino cuando ya no se puede hacer.
Obviamente esta publicación va dedicada a mi familia universitaria, que siempre serán "Los mismos". Y también la familia que quedó desde mi bachillerato, "MAGO". Dos círculos cerrados impenetrables, pero admirables y de los cuales cualquiera estaría honrado de formar parte.
Los quiero.
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