sábado, 18 de octubre de 2014

La fiebre y la frustración

No, no tengo chikungunya.
No es ese tipo de fiebre la que me frustra.

Es la fiebre que tiene aproximadamente un año aquejándome y que se posa en mi cerebro como el pajarito de Twistos: Mi libro.

Sí, estoy escribiendo un libro... O mejor dicho, ya lo escribí.

Ya sé que no soy escritora, que no tengo la menor idea de los parámetros que usan los escritores de verdad (Esos con un título bien grandote de la universidad o con 1.000.000 de copias vendidas internacionalmente) y que muy probablemente sea un chasco, pero fue un proyecto personal que comenzó como Hobbie, que creció como motivación y que terminó siendo mi bebé.

Mi dilema se presenta como el dilema que toda madre tiene en su cabeza (O al menos eso creo, no estoy ni remotamente cerca de ser madre): Quiero que mi hijo sea perfecto.

Ok, está bien, nadie es perfecto, y los libros tampoco lo son, pero esa sensación es tan incontrolable que se apodera de mí en los momentos menos esperados. 

"Sí chica, pero ¿Cuál es tu drama? ya lo terminaste"

Sí, eso también es verdad, ya lo terminé... Y a la vez no.

¿Les ha pasado que tienen un boom de inspiración repentino donde las palabras se atropellan en sus cabezas sin saber como salir?

Quizá no, porque para eso es posible que sea necesario tener un pequeño desequilibrio mental (Las 28 integrantes de mi asamblea mental y yo confirmamos esto), pero a mi si me sucedió.

Día libre, examen de fisiopatología y parasitología para el día siguiente, y mis CERO ganas de estudiar... Fue tan explosiva la combinación de desesperación por no estudiar y la frustración de no tener nada más que hacer que estudiar que se prendió el bombillo,

84 páginas salieron de mi cabeza desbocadas con un hilo impresionante de sucesos que nunca pensé que saldrían alguna vez de mí, y la carrera se extendió hasta ese increíble "FIN". que tenía meses esperando.

¿Chévere verdad? Me sentí como los Sims cuando ganan su aspiración máxima: Con la barrita de felicidad en plateado.

Pero ese momento se esfumó cuando mi bebé empezó a crecer y las maestras me dijeron que era un flojo para estudiar. Sí, mis correctoras estrellas me dieron las correcciones (Menos de las que esperaba en realidad) y la pesadilla comenzó.

¿Cómo coño hago ahora? ¿Cómo saco más Nino? ¿Cómo alargo más la trama de acción? Cómo le doy amor si soy una mata seca y desterrada? ¡¿CÓMOOOOOOO?!

Las preguntas se acumularon en mi cabeza con una rapidez aún mayor y más impresionante que con la que llegué al final de la puta historia y una frasecita me sacaba la lengua desde lo alto, allá lejos de todas las preguntas donde observaba el caos de mi frustración con una satisfacción asquerosa y una sonrisita socarrona como esas que solo Nino Abruzzi (Mi bello protagonista de brillante armadura) sabe dedicar: 

"NUNCA DEBÍ HACER ESTO".

Esa fucking frase asquerosa y despiadada que me golpea en el hipotálamo y me deja sin sentido ni dirección en cuanto a mi bebé.

"¿Cómo hago si ya lo parí? No lo puedo matar aunque sea bruto". Creo que no muchas madres pensarán así pero bueno, conmigo no cuentan las hormonas del embarazo.

Y aquí es donde vienen las tareas dirigidas: "ARRÉGLALO PUES, ESTÚPIDA", Y me dicen que es muy caro: "NO LO VAS A ARREGLAR PORQUE ESTÁS SECA, MUAJAJÁ".

Es una analogía un tanto forzada, pero quizá la entiendan con esta otra frase que me gusta más que la anterior: ME JODÍ.

En fin, mis posts están perdiendo el toque de cuento infantil. Ya no hay moralejas porque la fiebre no me deja pensar y la frustración no me deja arreglar. Estoy pobre de imaginación y cargada de desesperación por tener a mi bebé como el mejor promedio de la universidad, pero quizás sea hora de aceptar que no va a ser un SUMMA CUM LAUDE. 

Les escribo cuando logre descifrar lo que le falta o le sobra a mi Sin Tiempo, y se los dejo aquí en un post cuando esté segura de que no lo van a odiar.

PD: No les prometo nada porque ya saben lo mala que soy manteniendo promesas, y lo logré! Una sola posdata.

GoodNightLittleCookies. 





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